Aunque el programa Anticucho con corazón le dio mayor popularidad, Delia tiene ya dos Misturas y larga data en esa esquina, donde no tiene clientes, tiene fans y amigos. Tiene una buena parrilla, grande, recia y solo pone las carnes cuando el carbón anda blanco de al rojo vivo. Una pequeña carta de solo cinco productos y sus combinaciones.
Las mollejitas y el corazón de pollo los pica bien para que aumente, para que sobre; el corte del rachi y el choncholi es largo y delicado, para masticar mejor, para que pase. Los anticuchos son de otro nivel, muy buenos. No sazona demasiado, es bajo en guiso para que resalte el producto, que no deja que se queme mucho y va removiendo a cada momento con su cuchillo.
Cada porción viene sobre un colchón de papa sancochada, como para quedar bien tapado; el choclo, solo es accesorio, para no perder la nostalgia de la carretilla. Y como no puede ser de otra, tiene los ajíes clásicos anticucheros: huacatay, rocoto molido y una chalaquita de rocoto bien achorada. La historia de Delia Cahuana es una más de empuje y persistencia, cuatro hijos que saca adelante sola y con la más buena onda, tanto que se siente en esa esquina bendecida, en la puerta misma de una iglesia adventista.
Donde: Esquina Héctor Velarde con Juan Torres Higueras, Surquillo
(alt. de Roca y Boloña y Tomás Marsano, detrás de las galerías eléctricas).
De lunes a domingos a partir de las 7 pm y hasta que apague carbón (medianoche, más o menos).
Tiene amplia playa de estacionamiento y seguridad privada.
Con efectivo, eso sí.